ACTA SESIÓN 1_Gonzalo Escribano
Día: 2014-02-27
Hora: 19.30
Lugar: We Traders. Nave 16. Matadero Madrid
Lugar: We Traders. Nave 16. Matadero Madrid
Experto
invitado: GonzaloEscribano (GE)
Asistentes: Luis Arenas (LA), Uriel Fogué (UF), Eva
Gil (EG), Carlos Palacios (CP), Javier Hernández (JH), Pepe Vela (PV), Fernando Espuelas (FE)
Oyentes: 35 aprox.
Abre la sesión
Uriel Fogué dando la bienvenida al IV
Gabinete de Crisis de Ficciones Políticas, dentro de la exposición WeTraders (comisariada
por A. Fitz y R. Epple y co-comisariada por J. Duero),
acogida por Matadero Madrid y promovida por el Instituto Goethe. Este
ciclo es coordinado de manera conjunta por Gabinete de Crisis de Ficciones
Políticas y la oficina de arquitectura elii.
El nuevo escenario
al que se enfrenta el Gabinete lleva por título Isla energética y surge tras el anuncio, hace unas horas, por parte
del Gobierno, de un plan para alcanzar la independencia energética del país en
el año 2020, eliminando la dependencia energética del país del extranjero.
Si tenemos en
cuenta los cambios sucedidos en otros momentos históricos donde se produce un
desarrollo masivo de infraestructuras de gran escala, expone UF,
es previsible que este nuevo escenario conlleve una transformación radical de
enormes repercusiones en todas las esferas de la vida, la política, el paisaje,
el espacio doméstico, las costumbres y los ritos sociales, la alimentación, las
redes de infraestructuras, las políticas del cuerpo…etc. Por ejemplo, los
procesos de grandes transformaciones urbanas acontecidos durante el siglo XIX, implicaron
la emergencia de toda una nueva cultura urbana, como la alteración de la vida
nocturna, producto de la electrificación de las ciudades. Se convoca un
Gabinete de Crisis para evaluar las posibles consecuencias de este nuevo
escenario político.
Luis Arenas introduce al experto invitado, Gonzalo Escribano, quien expone una
estrategia, organizada en tres partes, para alcanzar el mencionado objetivo de independencia
energética en 2020:
1. Cambios en la demanda
-Aumento de
precios. Teniendo en cuenta que apenas disponemos de seis años para implementar
las medidas, y que no bastará con potenciar la producción local, lo primero a
tener en cuenta sería adoptar políticas de gestión muy estrictas. Se hace
imprescindible mandar señales a los mercados, aumentando los precios
rápidamente. Esta medida debe ser aplicada tanto en el campo doméstico como en
el industrial, si bien tendrá repercusiones diferentes. El experto sugiere comenzar
por el campo doméstico.
-Racionamiento.
Habrá que tomar medidas de racionamiento a corto y medio plazo, para asegurar
la movilidad y transporte. Para ello, habrá que establecer cuotas, restricciones
de velocidad, limitación del tráfico rodado, etc. El ferrocarril será crucial:
como no disponemos de suficientes líneas, deberá reducirse el transporte de
pasajeros para poder aumentar el de mercancías. En consecuencia, pasaremos a una
vida más estática. No podremos permitirnos el lujo de ir y volver a una ciudad en
el día. Por otro lado, habrá que afrontar cupos de movilidad de vehículos por
número de matrícula, reducir la velocidad y, en muchos casos, mientras se ponen
en marcha políticas para producir una electrificación masiva del sector
transporte, prohibir la circulación y el aparcamiento.
-Redimensionado
y descentralización de las infraestructuras energéticas.
Por un lado, hay que tener en cuenta que redes como gaseoductos, terminales de
gas o líneas eléctricas no van a tener más utilidad. Por otro, hay que afrontar
la transformación de la estructura infraestructural radial, para evitar la
congestión de las redes que estaban diseñadas para el modelo energético
heredado. La incorporación de energías renovables para suplir las importaciones
de otro tipo de recursos, precisa de un sistema descentralizado a partir de una
red mallada sin líneas de alta tensión. Las tecnologías
tipo smart-grids y contadores inteligentes
serán claves para el éxito de este punto.
-Control de la
competencia. Al no haber señales de mercados internacionales lo más probable es
que las señales de precios sean frágiles. Por ese motivo serán imprescindibles unas
autoridades de competencia y de planificación fuertes y estrictas.
2. Cambios en la oferta
-Fuentes
nacionales. Estas medidas para aumentar la oferta no van a ser neutras en
cuanto al impacto ambiental. Habrá que recurrir a las fuentes nacionales: obtención
de petróleo de Canarias y el Mediterráneo, fracking
en el Delta del Ebro, Asturias y el País Vasco; extracción de carbón; y aumento
de las unidades de nucleares. Además, será imprescindible llevar a cabo una
inversión en desarrollo e investigación y desarrollar un marco institucional de
autoabastecimiento, tratando de controlar su impacto medioambiental.
-Biomasa. La
biomasa implicará un cambio fundamental en la estructura agrícola. Habrá que importar
biofuels o precursores de biocombustibles. Habrá que tratar de que los biocombustibles
de segunda generación que se mantengan operativos, no compitan con los alimentos.
Habrá que desplegar programas de investigación sobre algas, by-product, deshechos y otro tipo de recursos, etc.
-Hidroeléctrica.
Habrá que mantener los actuales embalses, imprescindibles para obtener
electricidad.
-Desarrollo de
la energía nuclear. Al no disponer de uranio hay que conseguir que el Gobierno autorice
su importación. Aunque la hidroeléctrica es de las pocas energías renovables
constantes, que pueden funcionar como soporte de las demás energías, las
centrales nucleares soportarán el grueso de la energía de base. Los gaps entre las renovables y los picos de
demanda se cubrirán con carbón nacional y con hidroeléctrica.
-Nuevas
tecnologías. Pero, aparte, será necesario incluir estaciones de bombeo y aplicar
nuevas tecnologías, apenas utilizadas en España, como las presas run-of-the-river hidroelectricity. Esta
energía depende de los caudales de los ríos, de la pluviometría, del deshielo y
otros factores del lugar… Por lo tanto, al igual que la eólica o la solar,
quedarán para complementar la energía base.
-Energía
eólica. Hay que potenciar la energía eólica. Es la que más nos va a permitir
acercarnos al precio vigente en la actualidad. Habrá que cambiar los generadores
antiguos por otros nuevos, más eficientes. Será necesario ocupar el offshore, lo que puede afectar
enormemente el sector turístico.
-Energía
solar. Habrá que seguir desarrollando la energía solar. Tanto la fotovoltaica, que
no es almacenable, como la termosolar, que sí lo es. Tendrá que aumentarse la
producción actual para garantizar la flexibilidad del sistema. Aparte, habrá
que gestionar la demanda para lograr cubrir los momentos sin sol ni viento.
3. Medidas para mitigar el impacto
-Soluciones
individuales. Promover la autogeneración (tanto solar como eólica). Teniendo en
cuenta que se va a destinar una gran parte de nuestra superficie agrícola a la
producción de biocombustibles y el transporte se va a tornar complicado, habrá
que desarrollar el autoconsumo y la autogeneración agrícola y el
auto-transporte (bicicletas, patines o cualquier medio que proporcione
alternativas al transporte tradicional.
-Educación. Habrá
que potenciar la inventiva y la creatividad. Se desarrollarán nuevos sectores
basados en el capital humano.
-Campo
virtual. Se virtualizarán el mayor número de procesos, tanto productivos, como
personales. En concreto, estas medidas han de ser pensadas en el campo de la
educación. Como consecuencia de las transformaciones en los transportes, aumentarán
las distancias, lo que dará lugar a una total reconfiguración urbana. En este
punto también jugarán un papel clave los procesos de virtualización.
-Reconfiguración
de la industria. La industria y la construcción sufrirán cambios sustanciales,
tanto en los procesos productivos como en la aplicación de determinados materiales.
-Nivel de
vida. Debemos prever cambios importantes en el nivel de vida: más calidad en
algunos aspectos y menos en otros. Se tendrá que solucionar la convivencia
entre los ciertos sectores punteros vinculados a las nuevas tecnologías, y un retorno
a algunas costumbres antiguas. Esta dualidad podría dar lugar a una falta de
cohesión social. Como consecuencia del cambio habrá “ganadores” y “perdedores”.
Habrá que buscar la forma de equilibrar esta situación para lograr el bienestar
social.
-Seguridad y defensa.
Estar tan al límite de las necesidades provocará una gran vulnerabilidad. Menos
energía implica también menos luz. Será difícil mantener los actuales sistemas
de alarma y las formas de vida urbana actuales. La asistencia hospitalaria uno
de los espacios de mayor demanda energética, sufrirá cambios relevantes.
Debemos plantearnos cómo vamos a defender emplazamientos como Ceuta, Melilla o
Canarias frente a los países vecinos (teniendo en cuenta que éstos dispondrán
de un mayor número de recursos energéticos. ¿Cómo se gestionará la soberanía
del país? En cuanto a la defensa, el ejército estadounidense ya está generando
electricidad con paneles fotovoltaicos flexibles en sus campamentos. Pero habrá
que dedicar un enorme esfuerzo para proteger las infraestructuras difusas, ya
que se podría producir un blackout o
apagón.
-Relaciones
internacionales. Es previsible una pérdida de presencia internacional. Uno de
los primeros objetivos en este terreno será convencer a nuestros socios de la UE de nuestro programa. Es
fundamental permanecer en el mercado único.
Una vez
concluida la presentación, LA abre
el debate, mostrando su preocupación ante semejante horizonte y plantea los siguientes
interrogantes: ¿Qué ventajas implicaría a largo plazo un escenario de soberanía
energética? Por otra parte, muchos de los aspectos propuestos por el invitado
ya han sido formulados y desarrollados por algunos sectores sociales de la
población muy concienciados con temas relativos a la gestión de la energía. ¿Se
puede considerar que estos grupos han abierto una vía de vanguardia? ¿Se podría
hacer llegar estas fórmulas al resto de la población?
Acto seguido, un
miembro del Gabinete acusa al planteamiento expuesto de excesivamente economicista
cuestionando la necesidad de mantener el ritmo de vida actual del estado del
bienestar sin dar opción a otras formas de vida posibles, otras relaciones
internacionales u otras formas de industria, que implicasen un marco más
ecológico. El experto explica su propuesta, dentro de un marco estrictamente
técnico, como el planteamiento económico que haría viable alcanzar el objetivo
planteado para el 2020. Dicho objetivo, si bien no exento de costes (sociales,
ecológicos, etc.) es posible y está a la alcance de las posibilidades,
manteniendo las principales trazas del marco de vida actual. Cualquier
planteamiento que cuestione estas bases requeriría de otro tipo de enfoque. En
cualquiera de los escenarios, el papel de la educación sería crucial para explicar
bien el proyecto a la sociedad y contrarrestar la resistencia de la población.
Concluye afirmando la necesidad de llevar a cabo políticas de incentivos para alterar
los hábitos de consumo, lo que supondrá una fuerte transformación social, teniendo
que redefinirse conceptos como la calidad de vida tanto a escala local como geopolítica.
Varios miembros
del gabinete se preguntan sobre el papel del Estado en relación a las grandes
empresas. ¿Sería necesario llevar a cabo expropiaciones a las grandes empresas
vinculadas a la energía para concentrar la producción de energía en el Estado? Si
las medidas planteadas reducen el consumo mediante una subida de precios ¿no
sería más eficaz eliminar la energía del sistema de mercado (dado que no se van
a producir transacciones con el exterior) y recurrir a un sistema de cuotas
para este reparto? GE afirma la
necesidad de apoyar la transformación en cooperativas y otro tipo de formas de
descentralización de la producción. Sin embargo no cree que sea necesaria la
independencia de las grandes empresas, las cuales se encargarán de gestionar
los parques eólicos, las centrales nucleares, etc. En su opinión el Estado no
tiene la capacidad de llevar a cabo la estatalización de la industria. El
contexto es tan radical que será necesario involucrar a todos los agentes
posibles, incrementando su participación. Desde el punto de vista de GE, será imprescindible contar con un
estado más intervencionista, pero sin prescindir del mercado, si se quiere
minimizar los costes. Una generación descentralizada precisará de un sistema
dual desplegado en diferentes escalas, lo cual exigirá mucha coordinación: más
centralizado en el transporte, pero más descentralizado de las redes, por
ejemplo. Puede que las medidas para paliar esa dualidad conduzcan a situaciones
de conflicto. Habrá que redefinir el concepto de bienestar. En cualquier caso, el
nuevo escenario no va a ser ecológico ni “verde”. Al contrario, el cambio va a
tener un impacto ambiental muy fuerte. Las medidas del tipo del incremento de
precios, parten de una concepción individualista del ser humano. El objetivo será
detectar el incentivo básico para que la gente se comporte de la manera más eficiente
posible a la hora de gestionar su energía. Cualquier solución pasará por un
sistema de cuotas, en efecto. Pero también de un racionamiento y, sobre todo, de
la gestión de sistemas duales.
EG plantea la posibilidad de que se de una burbuja
energética, preguntándose si un cambio en la ley del suelo para destinar una
buena parte del suelo nacional a un espacio productivo, podría llegar a
provocar una crisis energética similar a la inmobiliaria, tras los cambios en
la Ley del 98. En opinión de GE,
inevitablemente, el paisaje va a cambiar de manera radical: prácticamente un
70% del suelo, estará ocupado por aerogeneradores para conseguir que una gran
parte de la energía que necesitaremos provenga de fuentes renovables. Puede
haber una gran controversia en lo relativo a la agricultura dado que conlleva cambios,
tanto en el sistema agrícola (para biocombustibles y biomasa), como en los
hábitos de consumo y de producción.
CP manifiesta que tal vez sería posible plantear un
proceso paralelo entre la intensificación de la participación del tejido local
en la producción de la energía y las nuevas formas de gobierno basadas en la
participación ciudadana y nuevas estructuras democráticas.
Varios miembros
del Gabinete cuestionan la viabilidad del cambio. ¿Seremos capaces de ser
independientes dentro del actual entorno político y económico internacional?
¿Seremos mucho menos competitivos que el
resto de los países? ¿Conllevará el cambio ingresar en un sistema de autarquía,
no sólo energética, sino también productiva? En cuanto a la defensa, ¿tendrá
que incrementarse el presupuesto en defensa en el 2020? ¿Serviría de ejemplo
otro contexto, como el finlandés, dependiente en un 90% de Rusia, el que, a la
vez, constituye su principal peligro estratégico? En opinión de GE, uno de los primeros pasos a dar
será desarrollar una nueva narrativa para convencer a la UE de la necesidad de este
cambio. La industria que competía en los mercados internaciones deberá, o bien
desaparecer o bien reconvertirse para pasar a formar parte de este sistema
económico dual asentado en un sector agrícola muy fuerte, capaz de abastecer a
la población. Por otro lado, al no poder exportar será imprescindible invertir
en innovación y desarrollo para lograr tecnología para el almacenamiento de la energía
generada en los momentos de excedentes (los días de mucho viento y mucho sol).
No obstante, ser independientes de los hidrocarburos, no nos hace independientes
del resto del mundo en otras parcelas. Por lo que habrá que rediseñar la
interdependencia política con el exterior y una nueva agenda geopolítica. Tanto
el sector industrial como el turístico también sufrirán cambios relevantes. El
uso del avión tendrá que ser revisado. Puede que sea inviable funcionar con
cosechadoras, por lo que no es descartable tener que volver a la tracción
animal. En lo relativo al tema de la defensa del país, el experto sugiere que la
permanencia en la OTAN
será más importante que nunca.
En opinión de UF, el nuevo escenario plantea un
proceso de desaceleración contrario a los planteamientos de Paul Virilio. Si
Virilio describió la historia como un proceso basado en la velocidad, donde
cada una de las etapas históricas era descrita como un proceso de aceleración
de sus movimientos y relaciones, por lo que se ha expuesto, en este nuevo
escenario asistimos a un proceso de desaceleración y de “adelgazamiento” del
sistema económico y productivo. Y, señala, que este proceso que se asienta en
un modo de vida basado en una especial forma de sedentarismo físico combinado
con un nomadismo virtual, de alguna manera, coincide con las praxis políticas ya
planteados e implementadas por diversos grupos ecologistas. Cabe preguntarse,
por tanto, si dichos grupos sociales deberían ser considerados como los laboratorios
donde se han ensayado y prototipado
dichas fórmulas de convivencia y dichas narrativas. UF a continuación enumera, a partir de lo expuesto hasta el
momento, las que pasarán a ser las grandes voces que liderarán el cambio
energético: a parte de los economistas y de los ingenieros, será crucial el
papel de los paisajistas y urbanistas en el diseño del territorio; de los arquitectos,
en el campo de las innovaciones tipológicas, puesto que la arquitectura pasará,
de ser consumidora, a formar parte del tejido productivo; de los diseñadores,
cuyo papel será crucial en la materialización del cambio en los estándares de
vida. No en vano, los diseñadores serán los responsables de hacer habitable y,
porque no, deseable esta situación que, aunque se dibuja como poco confortable,
debería ser capaz de entender una nueva dimensión de lujo; de los docentes y
las instituciones académicas, cuyo papel será clave en los procesos de
innovación; de los dietistas, dado que nuestra alimentación se va a ver
alterada por completo y, en este sentido, también contamos con el ejemplo de la
cultura vegetariana, capaz de hacer de una restricción política un campo de
posibilidades para la cocina; las organizaciones sociales, que cuentan con
amplia experiencia en el trabajo desde la participación local, etc. GE relaciona la desaceleración de la
historia planteada, con el aumento inevitable de las distancias al que nos
vamos a ver sometidos Es difícil considerar la desglobalización de un único
aspecto (energía) porque, al final, todo está interconectado en nuestra
sociedad. Hay que tener en cuenta que el mundo virtual no soluciona todos los
problemas. La experiencia nos demuestra que, en ocasiones, la presencia real
ahorra mucho tiempo y muchos conflictos. En cualquier caso la dualidad
sedentarismo-nomadismo tendrá repercusiones en los afectos personales.
UF pregunta al experto por la viabilidad de las
políticas “Nudge“
(desarrolladas por Thaler y Susntein) como alternativa a los incentivos. Los nudge o “arquitecturas de la decisión”
operan con el diseño de espacios donde se toman decisiones y sus autores los
presentan como una alternativa eficaz para la solución, por ejemplo, de los
temas de ahorro energético. Por último, en lo relativo al cóctel energético UF pregunta si es previsible que
algunos territorios menos ricos, como las zonas desérticas, pasen ahora a ser considerados como zonas con un alto
potencial energético. GE plantea que
los incentivos no se limitan al campo económico. Muchos se basan en formas de
persuasión que operan sobre los elementos reflejos. A veces los castigos tienen
un impacto negativo. La solución sería una combinación de políticas. La
redistribución afectará no sólo al mundo empresarial sino también a las regiones.
Por ello una geopolítica interna tendrá que combinarse con una política
regional.
LA lanza una
pregunta de escala territorial y arquitectónica. Por un lado, pregunta por el
potencial de las costas para la energía maremotriz. Por otra, pregunta a los
arquitectos acerca de la unidad óptima para redimensionar las ciudades. ¿Se
confirma la tendencia a pensar en la habitabilidad de escenarios densos? ¿Debemos
encontrar un tamaño de ciudad media para tener en cuenta los suministros? Y
termina su intervención planteando que habrá que tener en cuenta una cuota
mínima de energía por debajo de cuyo umbral no es posible vivir. Y reclama el
papel del estado como el garante de dichas cuotas mínimas, que deberían
permanecer al margen de las lógicas del mercado. LA se apoya en Cúanto es suficiente de Skydelsky para subrayar
la importancia de establecer los mínimos de una vida digna. Por último defiende
la posibilidad de plantear el plan 2020 propuesto como un marco pionero de un
experimento social que podría (y debería) ser extrapolado a escala mundial. En
este sentido, el presente escenario político podría ser considerado como un
proceso de vanguardia para el resto del planeta. En cuanto a la energía
maremotriz, GE responde que habría
un enorme potencial en el Atlántico pero que sería fundamental desarrollar
técnicas de almacenamiento. En cuanto a la urbanización, seguramente habrá una
concentración en los focos existentes y un éxodo de las ciudades pequeñas hacia
el ámbito rural. Habrá una gran concentración de talentos en las ciudades y el mundo
rural quedará enfocado al sector primario. Por último, intentar que el resto de
países se muevan en la misma dirección y promover la cooperación en ese campo
será sin duda indispensable y deseable bajo todo punto de vista.
Algunos
miembros del Gabinete resaltan la diferencia entre autosuficiencia y
sostenibilidad.
UF responde a la pregunta de LA argumentando que es imprescindible empezar a plantear nuevos
vocabularios para abordar el nuevo escenario. Y, en concreto, será necesario
poner en práctica nuevos vocabularios urbanos. Por ejemplo, en un marco donde
habrá que destinar una gran parte del territorio al desarrollo de la
agricultura y la producción de la energía, será difícil que la disciplina se
mantenga en la clásica dicotomía dialéctica entre el campo y la ciudad o la
naturaleza y los espacios urbanos. En un escenario de isla energética ¿qué
puede ser considerado urbano y qué no? ¿Dónde empieza el espacio rural y dónde
el infraestructural? ¿Cómo habitamos en un entorno completamente tecnificado?
¿Qué respuestas puede proporcionar la arquitectura para hacer habitable un continuo
socio-técnico? Lo que está claro es que el problema que nos congrega requiere
de un cambio de lenguaje y, más allá de soluciones tecnológicas, se hace
imprescindible pensar este marco en clave de un cambio cultural que,
inevitablemente, apela un gran debate social. Quedamos pues emplazados para
abordar este y otros temas en las siguientes sesiones.
Se levanta la
sesión.
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